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Riego del olivar: buenas prácticas y optimización del riego

Para entender el comportamiento del olivar, resulta muy útil distinguir los ciclos del aparato fotosintético (hojas y tallos) y los frutos.

El impacto de un déficit hídrico tendrá consecuencias distintas según la fase en la que se produzca: Tendrá consecuencias directas sobre el potencial productivo si se produce durante el desarrollo floral y la floración (reducción del número de flores). Aumentará los problemas de caída fisiológica de los frutos jóvenes y provocará una disminución del tamaño final si se produce durante el crecimiento y endurecimiento del hueso. Ahora bien, entre el endurecimiento del hueso y el cambio de color (julio a octubre) el olivo presenta una tolerancia destacable al estrés hídrico. Este periodo coincide con los meses de mayor demanda evaporativa. Un buen control de la humedad del suelo durante este periodo puede permitir un importante ahorro de agua.

Además del tema fundamental de control de costes, la gestión del riego tiene otras implicaciones sobre el manejo del cultivo:

- el control del crecimiento vegetativo con una racionalización del agua es fundamental para perennizar las plantaciones, especialmente en sistemas superintensivos.

- La calidad de la aceituna varía según el riego: a mayor dosis se incrementan las dificultades en la extracción del aceite; aumenta el índice de peróxido. Árboles con menor aporte de agua tienen más ácidos grasos insaturados, polifenoles y amargor mayor.

El uso de sondas de humedad es una herramienta que permite mejorar su conocimiento del agua en el suelo, y de las necesidades del cultivo año tras año.

Fuente: ADENA, IFAPA